domingo, 12 de agosto de 2012

Leonardo Sbaraglia "desearía que el día tuviese más horas porque siento que nunca me alcanza el tiempo"


Aunque mi participación es corta y no compartí ninguna escena con De Niro, cruzarme con él fue algo muy importante: es de los tipos que más he admirado en mi vida", cuenta el actor en una charla con "Río Negro" en un café de la Avenida Libertador, cerca del bario de Retiro.
"Los personajes que más me hubiesen costado, como 'En terapia' o 'Plata Quemada', me han salido más fácil de lo que creía porque he estado bien rodeado", dice.
–¿Dependen entonces del entorno más que de lo que pueda hacer uno?
–Sí. No es que un personaje te agarra a vos en un momento, sino que de pronto a vos te aparece la oportunidad de un personaje, con un buen guión y un buen director, para ponerte a la altura. No es que uno está en un momento extraordinario y entonces hacés un personaje extraordinario. No. Te toca un personaje extraordinario y es más fácil que puedas aprender y ponerte a la altura de eso. Si te toca un personaje y un director de mierda, hacés un trabajo de mierda. Es muy difícil que lo puedas levantar. Es como tratar de meter diez litros de agua en un vaso.
–¿Un buen director alcanza para lograr un buen papel?
–Es mucho. Te pueden pedir que hagas Hamlet, que es un personaje genial pero el director no es bueno y... Me ha pasado y no lo hice. Ahora si te lo ofrece Agustín Alezzo, Javier Daulte, Daniel Veronese... se hace, no lo dudes. Porque un lenguaje, una narración, la termina de construir el director con el actor. "En terapia" está muy bien escrito, es más fácil ser buen actor así. Pero hace falta un buen director atrás que te esté mirando y te esté dirigiendo. El director es un tipo que tiene que estar en cada detalle, que sea culto, inteligente, que quiera y le tenga confianza al actor, que crea que es posible seguir descubriendo filamentos y filamentos, como es Alejandro Maci.
–¿Esta cuestión reflexiva tuya tiene que ver con tus padres?
–Sí, supongo que eso ayuda. Mis viejos siempre han sido gente que ha puesto en palabras los procesos.
–¿Te gusta definir las cosas?
–Claro, a quién no le gusta poder entender un concepto. Aunque no todos se encuentran con las palabras.
–Pero a vos te gusta buscarlas.
–En una entrevista no te queda otra. Hay que hablar. En la vida a veces no hacen falta tantas palabras. Pero también me gusta hablar, depende con quién. Con mi mujer charlo mucho, con mis padres, con mis suegros. La situación de entrevista es extraordinaria porque en la vida uno no va dando cátedra. Pasa que hay que tener cuidado porque lo que uno dice parece que es como un dictamen pero uno no tiene las cosas tan claras. Ni yo, ni vos, ni la presidenta, ni nadie.
–¿Te cuestan las entrevistas?
–Uno en las entrevistas se pone en mano del que las va a escribir. Es una acto de confianza. Y aparte el periodista siempre te ve desde su lugar, desde su historia. Está leyendo al personaje desde un lugar. Así que trato de hacer que entiendan quién soy yo.
–Con las películas pasa algo parecido, cada uno interpreta desde su lugar.
–Sí, como en un libro. En general la gente se lee a uno mismo más que leer el libro.
–Los escritores suelen decir que el libro se completa con el lector.
–Claro. Aunque el proceso de escribir para el escritor es importante porque le está dando forma a algo interno.
–¿Qué proyectos o desafíos tenés?
–No soy tanto de planear. Puedo tener proyectos pero no es que digo "tengo ganas de hacer tal cosa". Porque es el presente me satisface bastante. Tengo muchos proyectos mediatos y me ocupan toda la energía.
–¿Qué te aburre?
–Es una profesión en la que es muy difícil aburrirse. Ni siquiera cuando estoy esperando en un rodaje porque te podés entretener con algo o pensar en las cosas que vienen. Es un trabajo que requiere mucha concentración. Es más, desearía que el día tuviese más horas porque siento que nunca me alcanza el tiempo. Quisiera estar más con mi hija, leer más, estar más mi mujer. Pero no se puede todo y ese es un límite que la propia realidad te va dando.

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