domingo, 7 de septiembre de 2014

Leonardo Sbaraglia - los personajes que interpreto se vuelven parte de mi vida. Son metáforas de mi propia identidad.


¿A vos nunca te falta trabajo?
De alguna manera tengo esa suerte, otras alternativas, un salvavidas, sí… No me faltan propuestas de trabajo, pero no todo el mundo tiene esa dicha. No me puedo quejar.

¿Te pesa tanto vértigo, esta actividad non stop?
Sí, qué te parece. Por momentos me siento agotado y abrumado. Hace mucho que estoy en esto, pero últimamente me la paso viajando y eso cansa muchísimo. Voy a lugares hermosos, pero a veces ni los empiezo a recorrer.

¿Qué es lo que te agota puntualmente?
Me desorganiza la dinámica familiar. Yo tengo a mi mujer, Guadalupe, y a mi hija Julia, ya de ocho años. Y la familia requiere de una ingeniería que a mí me cuesta horrores.


¿Te ha pasado de sentirte un padre ausente?
No, porque mi hija siempre me acompaña cuando viajo. Paradójicamente los viajes nos juntan más. Lo que quiero decir es que tengo necesidad de rutina, de algo cotidiano, extraño el día a día. Es curioso, pero un mal muy necesario.

Dentro de la actuación, ¿nunca te atemorizó ser un eterno free-lance?
El actor es un free-lance para siempre. En lo personal, ese temor se fue disipando hace mucho, porque lo que yo hice fue buscar opciones, sembrar en distintos lugares para que si la cosecha no me daba réditos en uno, tal vez sí en otro.

¿Te referís a España?
Haberme ido para allá fue clave, porque allí estuve viviendo entre 2000 y 2007 y se me abrieron un montón de puertas. Fui abriendo sucursales, si te gusta más… Ojalá pudiera tener franquicias algún día, franquicias atendidas por su propio dueño.

¿Te pasó alguna vez de padecer el trabajo?
Me ha pasado de no dar con el personaje y tener insomnio, o de hablar con el director para intentar sacar al personaje y no llegar a un acuerdo… Cada rol es un mundo y la relación con cada director es una historia de amor breve que te obliga a tener una saludable estadía.

Ok, pero sentiste angustia por no dar con el personaje.
Es que hay otras angustias, como la lucha creativa: en esa lucha que libramos los actores, no sabés qué vas a terminar haciendo, o cómo vas llegar a lo que te piden, o qué vas a encontrar en vos, en tu búsqueda.



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